La puesta en marcha de la norma que regula los porcentajes de cadmio en el cacao para poder comercializar en los mercados europeos puso a prueba a los productores y cultivadores en Colombia.

Hablamos con Nicolás Gutiérrez, Gerente de proyectos y desarrollo en Equiori, quien nos cuenta su experiencia cuando aún trabajaba como líder de desarrollo organizacional, en Fruandes, en 2019.

Antes de la regulación, ¿cómo era el panorama para la industria del cacao?

A nivel Colombia lo que nosotros habíamos percibido desde la industria del cacao es que había mucho desconocimiento de las normativas, se habían hecho algunas difusiones el tema lo estaban hablando algunos actores pero no era de conocimiento general y mucho menos de los productores. Hasta la implementación de la normativa en el 2019 y entra la regulación. En ese momento, muchos de los actores que estaban produciendo cacao a nivel nacional e internacional no estaban preparados y no habían tomado las acciones como para entender el tema primero que todo y segundo para poder corregirlo si se pudiera.

¿Cuál era el panorama antes de la regulación de la normativa en 2019?

En ese momento estaba trabajando con Fruandes y justo estábamos desarrollando un proyecto de cacao orgánico, en el Urabá Antioqueño. Desde la parte comercial habíamos detectado que la restricción nos impactaría porque nuestro mercado era, principalmente, europeo. Eso implicaba un problema.

Nosotros empezamos a hacer indagaciones sobre qué era el cadmio, por qué se presentaba y cómo se presentaba. Sin embargo, había muy poca información en la web: algunas investigaciones en Perú, que había hecho algunos avances sobre el tema.

Sabíamos que Luker venía trabajando estos temas desde 2014, fecha en la que se publica el primer comunicado sobre el cambio de legislación. Ellos lo trabajaban herméticamente, muy a nivel de organización. Recuerdo que, en general, muchas otras compañías y mucho menos los agricultores sabían que era lo que estaba sucediendo.

 ¿Qué encontraron en esa búsqueda?

Descubrimos que Colombia tenía unas dificultades bastante importantes en el tema del cadmio. Por los contenidos ya en el suelo y por las prácticas que se venían utilizando, principalmente, en los procesos de fertilización. Aunque no conocíamos qué tan grave era el problema y no había zonificación en el país.

Sin embargo, logramos identificar que habían unas zonas que sí tenían una mayor problemática como los Santanderes. Pero no se había empezado a mitigar el problema o entender un poco más a fondo.

Lo primero que empezamos a trabajar en Fruandes fue entender cuál era el contenido de cadmio en 3 componentes importantes y así comprender cómo era la movilidad del cadmio en la planta. Hicimos investigación sobre contenido de cadmio en suelo vs en hojas vs fruto que eran los lugares en donde entendíamos con la documentación e información que teníamos era donde se guardaba el cadmio o se depositaba.

¿Cuál fue el reto más grande?

El primero fueron los laboratorios. En Colombia no estaban todavía preparados para realizar ese tipo de análisis. Así que encontrar quién pudiera realizar esos análisis de forma coherente, constante, regulada y que pudiéramos obtener unos buenos resultados.

Habían algunas entidades como Agrosavia que estaba ya un poco avanzado pero en el país no tenían muchos conocimientos sobre las prácticas que se debían realizar para los análisis. Algunos laboratorios que trabajaban a nivel internacional se estaban apoyando con sus casas matrices para realizar estos análisis y para poder tener las metodologías adecuadas para la medición. Entonces fue un primer gran problema que tuvimos que encontrar, identificar una serie de laboratorios.

¿La falta de información fue el reto más grande?

Sí, la gente no sabía que era lo que estaba sucediendo y cómo se estaba presentando el problema. Así que lo primero fue cuantificar el problema. Entender en el productor final, que era el que se comercializaba, cuál era ese inconveniente que se estaba presentando.

Nosotros hicimos unas muestras muy generales a nivel nacional y en los lugares que estábamos trabajando en ese momento. Veíamos que nuestros agricultores se salían de esos máximos que permitía la norma europea. Ahí hubo una gran alarma, eso fue más o menos entre el 2018 y 2019 que entramos en ese proceso de transición de la norma. Cuando íbamos a comercializar a través de Fruandes se nos frenaron esos procesos por los niveles de cadmio que se tenían en ese momento.

Ahí se ve la falta de preparación que tenía la industria en Colombia para poder enfrentar esa situación: llega la regulación, las restricciones y no se puede comercializar cacao por esa dificultad primaria. A pesar de que se había hecho un trabajo y despliegue muy importante a nivel técnico para tener un cacao orgánico, de buena calidad, a nivel sensorial.

De hecho, el producto tenía todos los aspectos cubiertos pero este era un eslabón que en la cadena no se había detectado a tiempo y no habíamos sido preventivos con ese proceso.

La pregunta que surge es ¿cómo comercializar ese cacao?

La otra problemática que encontramos fue la alta variación de contenidos de cadmio porque las muestras que nosotros mandamos, unas salían muy altas y otras muy bajas y encontrábamos una variación muy amplia. Entonces entendimos que en principio el cacao es una materia prima con alta variación.

Nosotros trabajábamos con pequeños productores entonces teníamos lotes muy variables tanto en variedades como en formas de procesamiento, en forma de trabajo agrícola. Desde ahí tuvimos bastantes inconvenientes y no entendíamos porque la variación tan amplia de los contenidos de cadmio.

Apoyados por la Fundación Bancolombia, que apoyó el proceso de investigación primario, realizamos una caracterización más exacta de los predios: predio por predio, de cada uno de los agricultores haciendo ese análisis, entre suelo, hoja y fruto para entender cómo era la movilidad del cadmio. También cuáles eran los lugares geográficos y cuáles eran además las condiciones que estaban afectando más los contenidos de cadmio.

Lanzamos una segunda fase del proyecto y nos especializamos en una sola área geográfica de desarrollo donde sabíamos que teníamos unos niveles un poco más bajos de camio y mayor posibilidad de comercialización.

Ese conocimiento por productor, por asociación, por zona geográfica y entendiendo los parámetros técnicos con los cuales se cultivaba cada uno de los cacaos ya nos permitió identificar y empezar a generar una serie de estrategias.

¿Qué hicieron?

Llevar el problema a campo y mostrarles a los cultivadores y agricultores qué era lo que estaba sucediendo y hablarles del cadmio. Había un desconocimiento completamente sobre ese elemento.

Muchos de los productores estaban acostumbrados a vender en mercados locales. Al principio veían que podía ser una barrera más para llegar a los mercados internacionales. Eso fue lo primero que empezamos a trabajar. Mucho acompañamiento, capacitación, verificando cuál era el problema y cuáles eran las posibles soluciones y manejos hacia el futuro.

Ha sido muy importante la agricultura orgánica porque nos permite eliminar por completo la inclusión de algunos fertilizantes que ya tienen contenido de cadmio. Así mismo, las rocas fosfóricas o algunos otros insumos que pueden tener ciertos contenidos de cadmio que ni siquiera en la ficha técnica viene relacionado porque es como algo que viene como una impureza pero no tiene una regulación.

Además, desde la agricultura orgánica esto nos ha permitido que la agricultor tenga mucha más conciencia de su cultivo y se preocupe más por realizar unas prácticas sostenibles, buscar unos sistemas de fertilización que sean positivos para su propia finca y eso los ha llevado a entender el problema más que a mejorarlo porque no es fácil desde lo agrícola pero si tener unas prácticas más consientes desde su cultivo.

¿Qué tan lejos se ve la posibilidad de mitigación?

Uno ve que organizaciones como Fedecacao ni siquiera se preocupan por esa problemática. Al ser la organización que reúne a los productores debería estar muy preocupada y liderando investigaciones, alternativas para posibles soluciones.

Desde esas dinámicas de políticas públicas no se ha visto un mayor trabajo. Lo que se encuentra a nivel de investigación, Luker ha diseñado procesos de mitigación del cadmio. Desde revisar la fase de post cosecha están realizando algunas operaciones para disminuir esas cantidades de cadmio. Eso corresponde a una investigación de más de 4 años que realizó Luker y ellos lo tienen como algo especial de su compañía y no es información que comparte fácilmente. Digamos que el resto de productores o actores están un poco quedados todavía en esos procesos.

De esta experiencia, ¿quedaron muchas pérdidas considerables?

Sé que las proyecciones de venta de ese momento no se pudieron cumplir. No conozco las cifras nacionales porque estoy en campo, sin embargo, el impacto en 2019 fue leve porque el mercado colombiano es grande y abarca una gran cantidad de cacao.

El impacto se está generando en las nuevas tendencias de comercialización, Colombia se estaba postulando como uno de los países emergentes. Varios actores están planeando un proceso de comercialización internacional y esto se ha disminuido.

¿Cómo trabajan en Equiori?

Actualmente en Equiori (Equidad y origen) trabajamos desde los conocimientos adquiridos en la investigación con Fruandes y hemos ampliado la caracterización e investigación con nuestros propios agricultores en zonas como el Urabá Antioqueño y en los departamentos de Huila y Tolima. Estas investigaciones se han podido ampliar gracias al apoyo técnico y económico de entidades como Swissplataform, Developp y SECO, entre otras.