Al noroccidente del país, en una superficie de 1318 ha, 2% de la producción nacional, crece cacao blanco, nativo y con varios reconocimientos nacionales e internacionales. Distinciones que han estado acompañadas del cuidado y trabajo dedicado de productores que hacen parte de la cooperativa agraria Norandino, de los cuales 600 son de esta zona de Perú y a los cuales se les suman los agricultores de Tumbes y comunidades indígenas cerca del río Marañón, el cual en su confluencia con el río Ucayali forman el río Amazonas.
Conversamos con el Ingeniero Eduardo Espinoza, el responsable de velar por la cadena de valor del cacao de la cooperativa: es quien lidera el acopio, vigila que no baje la calidad y hasta de las ventas. Nos contó sobre el impacto de la regulación de los niveles máximos de cadmio para exportación a mercados europeos.
Bueno, tienen en las manos un gran producto.
Sí, aunque tiene problemas: el principal es el cadmio. Justamente por estar en una zona donde los suelos de manera natural tienen altos niveles. Gran parte de la producción de Piura, que se estima en 1.000 toneladas, ha decaído. El cacao de Piura se vendía como cacao de origen, como cacao especial; ahora gran parte se va a mercado local a bajos precios y otra parte tiene que venderse en mezclas con otros cacaos, perdiendo el origen, el sabor y la exclusividad. Los precios luego de la implementación de la normativa bajaron en un 35 – 40% en relación al precio que pagaba la cooperativa Norandino.
¿Cómo fue el proceso de preparación para la regulación?
En realidad, la normativa empieza desde el 2014 y nosotros iniciamos la investigación justo en el mismo año con una zonificación de Piura para determinar el contenido de cadmio. Fue un proyecto que tuvo la cooperativa, en una primera fase, y como habían dado un plazo para su implementación hasta el 2019 todavía no se veían los impactos.
Así que, a nivel nacional, nadie le dio importancia y fue solo en el año 2018, antes de la implementación, que los compradores empezaron a exigir niveles de cadmio aceptables. Ahí nos quedamos con mucho cacao en los almacenes de la cooperativa con niveles de cadmio alto. Con la consecuencia de pérdidas económicas pues el cacao que se vendía a precios altos, ahora se compran como si fueran convencionales.
¿Qué hicieron?
Primero había que empezar entendiendo el problema de cadmio. Sobre todo, a nivel de campo porque había muchos trabajos de investigación, pero habían sido hechos en laboratorios y no en campo donde hay una enorme variabilidad de factores que influyen en la absorción de cadmio.
La primera etapa fue de aprendizaje y luego llegó el trabajo en campo, aunque hasta ahora no tenemos resultados alentadores que nos digan, cómo se pueden mitigar. Es un problema difícil, muchas familias están desalentadas, están cortando sus áreas de cacao por cultivos más rentables. Con respecto a la organización, en esas zonas, estamos acopiando menos y los productores ya venden gran parte al mercado local.
¿De qué manera avanzan hoy?
Como cooperativa, nosotros estamos en algunos casos facilitando procesos con algunos compradores nacionales, que no tienen muchas exigencias de niveles de cadmio para articularlos, pero ya no a través de la cooperativa y los precios no son los mismos.
Con algunas organizaciones donde los niveles de cadmio no son muy altos, porque hay unos que son muy altos, estamos trabajando en una propuesta para hacer ‘blends’ con cacao de otras zonas de producción que hemos intervenido recientemente para llegar a los niveles óptimos o aceptables. Solo una parte de las áreas de cultivo de la región tienen nivele aceptables y que se puede exportar como origen.
Nuestra propuesta siempre fue de producción orgánica de cacao y como no es de alta productividad, los ingresos de los productores se han visto reducidos sustantivamente. Se estima que los ingresos de las familias han reducido en un 40%. Antes de la normativa el cacao de Piura se vendía a un precio fijo sin tomar en consideración los precios de bolsa de NY, esto permitía pagar a los productores alrededor de 3200 dólares por tonelada, ahora el precio se establece a precio de Bolsa, siendo bajo y con fluctuaciones (referencia actual FOB, 2500 dólares / TM).
¿Cuál es la realidad de hoy en Piura?
En Piura acopiábamos alrededor de 500 toneladas, ahora estamos en cerca de 150 solo de las zonas que tienen niveles aceptables y, una parte, para mezclas. Alrededor de 300 toneladas se han ido al mercado.
En cuestión de productores, teníamos más de 650 y, de estos, solamente están en la cooperativa acopiando alrededor de unos 300 productores. Es decir, 350 ya no acopian solo en Piura. En Tumbes, que eran 200 productores, ahora lo hacen 50, y en las comunidades indígenas eran 250 productores, hoy no se acopia nada y se ha tenido que migrar a zonas de bajo cadmio.
Si sumamos prácticamente todos, los socios de la cooperativa son alrededor de 700 productores por el tema de cadmio. El resto ya no está acopiando con la cooperativa.
Los precios han bajado: antes teníamos un precio aproximado de 11 soles con la regulación bajó a precio de mercado local: a 7 – 8 soles.
¿Cuál cree que es la respuesta u opción a estos retos?
La intervención de entes estatales, principalmente, para los productores que no tienen acceso al mercado podría ser una alternativa para aumentar la productividad y recuperar, por lo menos, los niveles de ingreso que tenían.
La otra alternativa sería un incentivo de parte del gobierno para el mercado nacional e ir hacia mercados que no tienen tantas restricciones como el mercado del sur, como el mercado nacional, que todavía no ha establecido topes. Además, ya se pueden dar mezclas para garantizar la inocuidad.
Hay salidas para el problema. Sin la intervención del Estado es muy difícil, las cooperativas no tenemos la capacidad de incidir.