¿Qué ha pasado en estos años? Lea la conversación que sostuvimos con Alexander Roncancio, quien empezó a trabajar en Casa Luker en la parte técnica como profesional y hoy está al tanto de todas las compras de cacao de la compañía.

Ha tenido la oportunidad de relacionarse con gran parte de los agricultores que apoyan su apuesta y, desde lo comercial, de entender cómo es el proceso en toda la cadena de abastecimiento.

Antes de la aprobación de la normativa, ¿qué tan familiarizados estaban con el cadmio?

 Desde el 2004, la compañía empezó a hacer muestreos, un mapa de reconocimiento de cadmio en el suelo, en las zonas cacaoteras de Colombia. De hecho, fue una experiencia que viví desde muy cerca. Cuando recién ingresé a trabajar en la compañía, una de las primeras tareas fue participar de esta apuesta en varios puntos del país.

En el 2006 se hizo un convenio con CENICAFE para robustecer las iniciativas y continuar en el reconocimiento y mapeo de este metal. De ahí en adelante, se llevaron a cabo actividades para el desarrollo de estrategias de mitigación a nivel agrícola, industrial y de laboratorio.

 También se realizaron alianzas de investigación con CorpoIca y Agrosavia. Así que la compañía, por más de 20 años, se ha preparado para las leyes que ya todos hoy conocemos.

 ¿De qué otras maneras se prepararon?

Desde el 2004 empezamos a trabajar con las asociaciones que tenía la compañía. En ese momento, no eran tan representativas como lo son ahora. Sin embargo, a medida que fueron aumentando fue creciendo el número de muestreos y ampliando el mapa de caracterización. Al mismo tiempo trabajamos temas alrededor de la trazabilidad.

 ¿Cuáles han sido las fortalezas?

Empezamos, poco a poco, a trabajar con algunas asociaciones y hoy casi todas están, prácticamente, avanzando con temas de trazabilidad del cadmio. Además, todas las bodegas nuestras ya están implementando el sistema de adquisición de cacao por orígenes y por niveles de cadmio. Esto solo fue alcanzado por un trabajo colaborativo con ellos.

Lograr que todos entendiéramos la relevancia del cadmio ha sido un trabajo de años pues no se hablaba mucho del tema como ahora. Desde esa época, lo más pertinente ha sido acercarnos con honestidad y hablar del tema sin generar alarmas. El objetivo es indicarles a las asociaciones y a los grupos con los cuales trabajamos, cuál es la importancia del tema y cómo abordarlo.

En las diferentes áreas de la compañía ya tenemos claro hacia dónde avanzar y la magnitud de la restricción para las exportaciones que nosotros hacemos. Así que se empezó a formar un equipo de trabajo interdisciplinario para tener en cuenta todas las variables. Desde el punto de vista de la proveeduría, cómo hacer la compra, cómo segmentarla y trazarla. Desde la investigación y el desarrollo, cómo alcanzar los niveles permitidos por la legislación europea en su momento.

¿Cuál fue el mayor impacto o efecto socioeconómico?  

Al principio hubo cierto temor, sobre todo en esas zonas en las cuales se ha dicho que el cadmio está a unos niveles muy por encima de lo permitido. Entonces hay zonas cacaoteras que tuvieron unas alarmas importantes donde los organismos de investigación nacional se han metido más de lleno para revisar estrategias de mitigación.

Desde el punto de vista de la compra de la cosecha nacional, la industria todavía en términos generales absorbe toda la producción de cacao incluyendo en esas zonas en las que hay cacao con alto cadmio. Los trabajos de trazabilidad que tiene cada una de las compañías permiten ir un poco más adelante y decir “vamos a hacer unas compras localizadas enfocadas hacia está zona y otras no”. En eso sí hay que ser muy claros y transparentes, los productores lo saben.

¿A qué zonas se refiere?

Los agricultores de Huila, Tumaco, de algunas zonas de Caldas y Antioquia saben que tienen bajo contenido de cadmio; como también los de Arauca, Santander y Boyacá saben que los suelos tienen altos contenidos de cadmio.

En términos generales, los agricultores tienen el tema en su radar y las asociaciones de productores, pero ellos cuentan mucho con el desarrollo de las estrategias desde el Gobierno, las entidades de investigación y la industria. 

¿Qué decirles aquellos que exploran salidas contra el cadmio?

Nosotros estamos haciendo una evaluación de la viabilidad técnica de todos los procesos combinados. Partiendo desde la tecnología de postcosecha del grano de cacao, estrategias de mitigación en el proceso de fermentación, en temas agrícolas/agronómicos hemos hecho algunos trabajos. Siempre conservando la relación costo vs beneficio.

Buscamos que los trabajos de investigación para mitigación y reducción de cadmio no se vuelvan más grandes que el mismo precio unitario del kilo del cacao. También nos hemos fijado unas metas al respecto y es tener la claridad de hasta dónde podemos llegar para que esas estrategias de mitigación no afecten los márgenes de la utilidad en el negocio. De hecho, ha sido un trabajo que aún está en proceso de desarrollo.

No podemos sacar conclusiones todavía definitivas. Hay unos avances que nos indican cosas muy positivas que toman tiempo volverse de carácter nacional y en conjunto con otros organismos de investigación aún no podríamos decir: “esto puede funcionar” o “esto puede ser masivo para los agricultores o las industrias ”.

Nosotros hemos dado recomendaciones básicas como es el uso de fertilizantes con muy bajo o cero contenido de cadmio en las aplicaciones. Esa es una campaña de fomento que ya llevamos realizando hace unos buenos años.

Desde el punto de vista de tecnología aplicada a nivel postcosecha, a nivel planta de producción, a nivel incluso molecular, en los estudios que se han hecho de nanotecnología, todavía no podemos sacar a la luz los resultados del trabajo hasta que no tengamos unas conclusiones bien claras de los estudios.

¿Qué decirles a los productores y cultivadores que le apuestan al cacao?

Todos estamos enfocados a unas políticas de crecimiento que sean sostenibles y, en el caso de los suelos y de los metales pesados, nuestro consejo siempre ha sido trabajar mucho el tema. Debemos tratar que nuestros suelos conserven esas características naturales. Incluso ya mirando hacia temas orgánicos y agricultura regenerativa, que los contenidos de cadmio que apliquen en sus fertilizaciones químicas no sean altos y cuando vayan a comprar fertilizantes tengan claro ese concepto.

Desde los procesos de postcosecha hay opciones que se pueden ir implementando en las diferentes fincas. Una vez tengamos mayores luces y mayor claridad, las vamos a hacer extensivas a las organizaciones de productores y cultivadores para que vayamos entendiendo que esto va a ser una oportunidad: las restricciones van a seguir existiendo y en algunos lugares van a ser más exigentes. Con respecto al tema del cadmio y metales pesados, ya vamos a empezar a escuchar sobre ellos que se van a volver restrictivos para nuestras exportaciones.

El mensaje siempre debe ser positivo para los agricultores. Tenemos identificada una restricción pero tenemos también unas oportunidades de mejora con los equipos de investigación que se están haciendo.

¿Cómo alentar aquellos que han visto golpeados sus bolsillos y proyecciones?

Sigo siendo un fiel creyente en el cacao. La compañía tiene una visión muy clara donde hay una oportunidad rentable de seguir creciendo. El cacao sigue siendo una oportunidad desde lo agrícola.

Tenemos que pensar en sistemas agroforestales que permitan diversificar el ingreso de los agricultores y, desde el punto de vista técnico, también para nosotros es la única manera de que el negocio sea sostenible. Vamos a tener años buenos y años malos, pero el cacao es un cultivo de largo plazo y el horizonte para sembrar cacao es muy grande.

¿Podemos afirmar que Colombia es uno de los grandes exportadores?

En calidad, somos grandes exportadores de cacao y aroma. En volumen, somos muy pequeños en comparación con esos grandes productores como los africanos. Incluso Ecuador y Brasil. Sin embargo, seguimos siendo muy importantes en términos de calidad.